Si nuestro futuro no está asegurado y satisfecho ante los ojos de Dios, entonces nos encontraremos excesivamente ansiosos. Como resultado, estaremos paralizados en temor o manejándonos a nosotros mismos con ávido control. Terminamos pensando únicamente en nosotros, en nuestro futuro, en nuestros problemas y en nuestro potencial; y esto nos impide amar a otros.
En otras palabras, la esperanza es el lugar de nacimiento del amor en el cristiano que se auto-entrega a otras personas. Esto sucede simplemente porque dejamos que Dios tome cuidado de nosotros y no nos preocupamos en trabajar para cuidarnos. Decimos: "Señor, simplemente quiero estar presente para ayudar a otras personas el día de mañana, porque tú vas a estar ahí para mí."
No comments:
Post a Comment