El caso de una mujer de 55 años que se arrojó al vacío desde su apartamento en el piso 14*. Minutos antes de su muerte vio a un hombre lavando ventanas en un edificio cercano. Lo saludó y le sonrió; él le sonrió y le devolvió el saludo. Cuando el hombre se dio vuelta para continuar con su trabajo, ella saltó.
Había dejado la siguiente nota sobre un escritorio muy prolijo y ordenado: "No puedo soportar un día más de esta soledad. Mi teléfono nunca suena. Nunca recibo cartas. No tengo amigos."
Otra mujer que vivía en el mismo piso, dijo a los periodistas: "Ojalá hubiera sabido que ella estaba tan sola. Yo me siento de la misma manera."
Usted y yo estamos rodeados de personas solas.
¿Quién experimenta soledad y desesperación? Por cierto que la persona que vive en forma anónima en una ciudad populosa. Pero también el extranjero, el rico, el miserable, el divorciado, el padre soltero, el joven, el hombre de negocios, el profesional, el ama de casa, el que no tiene trabajo... Nadie está inmune a la soledad.
Hasta los hombres y mujeres de Dios a veces experimentan soledad.
En el Antiguo Testamento Elías se destaca como el más dramático y vehemente profeta de Dios. Paró la lluvia, desafió a un rey cara a cara, hizo caer fuego del cielo, mandó ejecutar a cientos de falsos profetas y predijo con exactitud la fecha en que terminaría una sequía de tres años y medio.
Sin embargo, en el Nuevo Testamento leemos que "Elías era tan humano como nosotros" (Santiago 5:17 BD). De modo que él también vivió momentos de angustia y soledad.
Como resultado de cuatro pasos equivocados, Elías terminó en el desierto, bajo un árbol y totalmente desesperado (1 Reyes 18:46-19:4). Estaba exhausto físicamente. Se turbó emocionalmente. No acudió a Dios espiritualmente. Y se aisló socialmente.
... Al final terminó desfalleciente bajo un árbol en un lugar desierto y lloró: "Es suficiente, Señor. Lleva mi vida. Quiero morirme."
¿Alguna vez has sentido un desaliento total y te has visto sin nadie cerca que te anime? ¿Has experimentado en alguna ocasión el síndrome de Elías?
Note cómo Dios satisface cada una de las necesidades del profeta en el momento de la crisis. Físicamente, Dios le da alimento y un buen descanso. Emocionalmente, el Señor le hace saber a Elías que su presencia está con él y lo anima. Espiritualmente, Dios exhorta a Elías a seguirlo una vez más. Socialmente, el Señor le habla a Elías acerca de un gran número de hombres y mujeres de Dios con quienes podrá tener camaradería y recibirá aun más ánimo.
De la misma manera, Dios quiere suplir nuestras necesidades personales, apreciado lector. Usted no puede vivir la vida cristiana victoriosa en soledad y en sus propias fuerzas. Es imposible. Sólo experimentamos victoria por el poder del Cristo viviente!!
Utiliza tu soledad o desaliento como una motivacion ...... No permanezcas sentado bajo el árbol de la desesperación. Las últimas palabras de Jesucristo fueron que estaría con nosotros siempre (Mateo 28:20). El quiere ser tu mejor amigo.
L Palau
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